Coworking y flexibilidad espacial: ¿cómo están redefiniendo las empresas sus necesidades inmobiliarias?

Prometo que no volveremos sobre el hecho de que el mercado de espacios flexibles en Francia ha crecido rápidamente en los últimos años, con más de 1,4 millones de m² de espacios flexibles en 2024 según los análisis de Cushman: ¡FALSO! Por supuesto, no podemos hacer otra cosa. En un momento en que la oficina tradicional se tambalea, los espacios de trabajo flexibles surgen como LA respuesta pragmática y estratégica a las nuevas expectativas del mundo laboral, y se integran plenamente en las estrategias inmobiliarias de las grandes empresas.

En París, Lyon y Burdeos, ya son legión. En un antiguo convento, un garaje en desuso o un edificio de nueva construcción, los espacios de trabajo flexibles se multiplican, atrayendo por igual a autónomos y grandes empresas. Hoy se están convirtiendo en parte integrante de la estrategia inmobiliaria de las grandes empresas.

El fin de la oficina fija: larga vida a los espacios de trabajo flexibles

Desde la crisis sanitaria, el mundo laboral ha entrado en la era de la flexibilidad. Teletrabajo, trabajo híbrido, horarios escalonados: las necesidades de metros cuadrados ya no son las mismas. Muchas empresas aprovechan esta circunstancia para replantearse su modelo inmobiliario. Si antes pensábamos en puestos de trabajo fijos por empleado, hoy pensamos en términos de uso.

Menos superficie, pero mejor utilización. Este es el nuevo mantra de los gestores inmobiliarios. Las sedes se redimensionan, los contratos de alquiler tradicionales se renegocian y las empresas buscan externalizar parte de su superficie a redes de coworking. Este enfoque "plug and play" les permite ser ágiles y seguir el ritmo de la evolución de sus equipos en tiempo real.

Coworking y empresa: ¿una pareja ganadora?

Empresas como Wojo, Morning, Spaces o Deskeo son conscientes de que el coworking ya no se limita a las start-ups, sino que ahora también está al alcance de las grandes cuentas. Y no se trata sólo de la flexibilidad del alquiler.

No sólo buscan flexibilidad, sino también una experiencia del empleado renovada, más acorde con los nuevos imperativos que exigen los empleados. Con sus salas de siesta, azoteas y restaurantes compartidos, estos lugares ofrecen mucho más que una oficina: proporcionan un entorno estimulante, propicio para la innovación y la retención del talento.

También es una ventaja para los equipos distribuidos, que pueden acceder a un espacio profesional de calidad dondequiera que vivan, sin tener que desplazarse a la sede histórica.

Una profunda transformación del sector inmobiliario comercial

Este giro hacia la oficina flexible está transformando profundamente a los actores tradicionales del sector inmobiliario comercial. Para los propietarios, significa integrar la lógica de la modularidad en el diseño mismo de sus edificios. Para los directores generales, es una forma de insensibilizar su estructura a la rigidez de los arrendamientos de larga duración, manteniendo al mismo tiempo los costes bajo control.

Pero la flexibilidad tiene un precio. Por término medio, un puesto de trabajo de coworking cuesta entre un 20% y un 30% más que un alquiler estándar para la misma superficie. Este sobrecoste suele estar justificado por los servicios prestados, pero exige una vigilancia presupuestaria, sobre todo en el caso de las PYME. De ahí la aparición de modelos híbridos, que combinan una sede compacta y centralizada con una red de ubicaciones flexibles en todo el país.

Pero más allá de las consideraciones financieras, esta transformación es también cultural. La oficina ya no es sólo un lugar de producción, sino una palanca de compromiso, vínculos sociales y rendimiento. La elección de los espacios y las redes de socios, su ubicación, ambiente y accesibilidad, se convierten en herramientas de marca del empleador. Y estas elecciones revelan a menudo mucho sobre la cultura de gestión de una empresa.

¿Hacia un mercado inmobiliario a la carta?

En un momento de gran incertidumbre sobre los usos futuros, el sector inmobiliario comercial está entrando en una era de personalización. Menos estandarizado, más modular y, sobre todo, diseñado para organizaciones cambiantes. Las fronteras entre la oficina, el lugar de trabajo y el hogar son cada vez más difusas.

La flexibilidad espacial ya no es un lujo, es una necesidad estratégica... y un poderoso indicador de la transformación de los modelos de trabajo.