En los últimos años se ha generalizado el trabajo híbrido, que combina el teletrabajo y la presencia en la oficina. Tanto es así que ya es la norma en muchas empresas, que combinan las jornadas presenciales con el teletrabajo. Aunque este modelo ha transformado la forma de trabajar, también plantea una cuestión esencial: ¿es esta mayor flexibilidad buena para el medio ambiente? ¿Y tiene un impacto medioambiental? A primera vista, los efectos positivos sobre el medio ambiente son evidentes: reducción de los desplazamientos, optimización de la energía y nuevos hábitos de consumo... El trabajo híbrido podría ser una palanca esencial para limitar nuestra huella de carbono.

Reducción masiva de las emisiones relacionadas con los desplazamientos

El teletrabajo, piedra angular del modelo híbrido, reduce considerablemente los desplazamientos. En Francia, estos desplazamientos representan alrededor del 30% de las emisiones de CO₂ del sector del transporte, según las últimas estadísticas gubernamentales. Con un día de teletrabajo a la semana, un empleado puede reducir su huella de carbono anual en 271 kg de CO₂, según un estudio de la Agencia Francesa para la Transición Ecológica (ADEME).
Para las empresas, este cambio organizativo representa una baza ecológica importante. Por ejemplo, según un estudio realizado por el Institut Sapiens, si el 40% de la población activa francesa trabajara desde casa dos días a la semana, se reducirían en 5,4 millones de toneladas las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a los desplazamientos profesionales . A escala mundial, el teletrabajo parcial podría contribuir a una reducción anual de 54 millones de toneladas de CO₂, según Global Workplace Analytics.

Optimizar los espacios de trabajo

El trabajo híbrido ha animado a muchas empresas a replantearse el uso de sus oficinas. La presencia simultánea de menos empleados implica una reducción de la superficie necesaria y, por tanto, de los costes energéticos asociados. Conceptos como la flexoficina y el hot desking están cada vez más extendidos, contribuyendo a optimizarla ocupación del espacio y a limitar su huella ecológica.
Algunos grupos van incluso más lejos, cerrando plantas o compartiendo espacios. Microsoft, por ejemplo, ha reducido la superficie de sus oficinas al tiempo que aumentaba su eficiencia energética, limitando así el impacto medioambiental de sus actividades.

Prácticas digitales controladas

Aunque a menudo se critica el aumento de las herramientas digitales por su huella de carbono, el trabajo híbrido puede limitar este impacto si las empresas adoptan las prácticas adecuadas. La videoconferencia, cuando sustituye a los desplazamientos físicos, es mucho menos contaminante. Un estudio de Carbon Trust demostró queuna reunión por videoconferencia emite hasta un 94% menos de CO₂ que una reunión física en avión. En el caso de los desplazamientos en vehículos personales, la reducción sigue siendo igual de significativa.
Además, las empresas que invierten en servidores ecológicos y prácticas digitales responsables (como limitar el correo electrónico u optimizar el almacenamiento en la nube) amplifican los beneficios medioambientales del teletrabajo.
En cuanto a los días que se pasan en la oficina, el trabajo híbrido fomenta el uso de medios de transporte alternativos. Al escalonar las horas de llegada y salida, ayuda a descongestionar las infraestructuras de transporte público, fomentando el uso de soluciones como las bicicletas y los patinetes. Cada vez más empresas ofrecen subvenciones para animar a sus empleados a adoptar una movilidad suave.

Una transición hacia hábitos más sostenibles

El trabajo híbrido también está transformando el estilo de vida de los empleados. Al pasar más tiempo en casa, los empleados recurren más a las tiendas y los productos locales. Según una encuesta de GreenFlex, el 62% de los teletrabajadores afirman haber cambiado su forma de consumir, favoreciendo los circuitos cortos y las opciones sostenibles. Además, al evitar los desplazamientos diarios, los empleados ahorran tiempo que suelen invertir en actividades más virtuosas para el medio ambiente, como la jardinería o la cocina casera, reduciendo así su huella ecológica personal.

A medida que las empresas buscan combinar atractivo, rendimiento y sostenibilidad, el trabajo híbrido se perfila como un modelo de futuro, no sólo por sus ventajas organizativas, sino también por su potencial ecológico. Menos desplazamientos, menos espacio desaprovechado y más tiempo para opciones sostenibles: el futuro del trabajo puede ser también el futuro del medio ambiente.

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