El meteórico ascenso del coworking y de los espacios de oficina flexibles está trastocando los códigos tradicionales de las oficinas. Flexibilidad, puesta en común de recursos, dinámicas comunitarias... son sólo algunas de las ventajas que atraen cada vez a más empresas, desde start-ups hasta grandes corporaciones. Pero en estos lugares concebidos para el colectivo, persiste una cuestión fundamental: ¿cómo puede una empresa afirmar su propia identidad, sin una pared o una puerta a su nombre? Pues sí que puede. Aunque las marcas de espacios flexibles se esfuerzan por ser reconocibles e identificables entre mil, también permiten a sus ocupantes hacer suyos los espacios de trabajo.

Una marca de empleador a la altura, incluso sin territorio propio

Para muchas empresas, el espacio de trabajo ha sido durante mucho tiempo un fuerte marcador cultural. Escritorios personalizados, señalización interna, elementos de lenguaje visual... todas formas de encarnar la marca ante empleados y visitantes por igual. El espacio de trabajo flexible, al eliminar las paredes, ¿borra estos marcadores? ¿Y si la identidad de una empresa no se limitara a su dirección postal?

La marca de una oficina puede expresarse de muchas maneras: murales, pegatinas, citas inspiradoras, logotipos, señalización y fotos de equipo. Estos elementos ayudan a reforzar el sentimiento de pertenencia de los empleados, alimentan su compromiso y fomentan un entorno propicio para alcanzar logros ambiciosos. Todo esto también puede encontrarse en un espacio de oficina flexible.

Ya no se trata de poseer un lugar, sino de ofrecer una experiencia coherente, sea cual sea el entorno. Esto requiere rituales, una atmósfera y códigos compartidos. Una lista de reproducción, una taza de marca, un canal interno de Slack o incluso ropa reconocible (sudadera, jersey, etc.) pueden bastar para recrear un sentimiento de pertenencia, incluso en un entorno de espacio abierto compartido.

¿Espacios compartidos, cultura individualizada?

En un entorno en el que coexisten varias empresas, resulta crucial hacer visible lo invisible: valores, postura directiva, códigos relacionales. Algunas organizaciones van aún más lejos, co-construyendo con sus equipos un "kit de identidad móvil" : objetos, carteles, herramientas de colaboración, ambientación olfativa o visual para acompañar a los equipos en sus desplazamientos.

Otra palanca poderosa: el entretenimiento. Organizar una pausa café semanal, organizar un taller interno abierto a los compañeros de trabajo, celebrar los éxitos colectivos en público: todas estas son oportunidades para existir en el lugar. No es la oficina la que hace el ADN, sino lo que se vive en ella. Cuando los empleados están orgullosos de hablar de su empresa, la identidad brilla de forma natural, incluso sin un logotipo en la pared.

El papel clave de los gestores de coworking

Los operadores de espacios de coworking han comprendido este reto. Algunos ofrecen ahora servicios de personalización efímera: un ligero branding en los espacios de reunión, la posibilidad de organizar eventos puntuales o rincones con los colores de la empresa. Otros fomentan la narración de historias a través de retratos de residentes, intercambio de experiencias o plataformas de colaboración internas.

Un espacio de coworking bien diseñado se convierte entonces en un ecosistema vivo, donde cada estructura puede afirmar su diferencia al tiempo que se abre a las demás.

Identidad sin territorio: una oportunidad más que un reto

En una época de teletrabajo y fluidez organizativa generalizados, la identidad corporativa ya no se limita a los muros, sino que se plasma en prácticas, posturas e historias. Lejos de diluirla, el coworking puede convertirse en un laboratorio de expresión: un espacio para probar, afirmar y ajustar la propia imagen en un entorno estimulante.

Afirmar la propia identidad en un espacio compartido significa, en última instancia, pasar de una lógica de señalización a una lógica de significado. Y en este nuevo paradigma, las empresas más audibles serán las que sepan contar -y dar vida- a su historia a diario.

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